Por
ser abundante en agua,
fue
huerta de nuestros antepasados.
Aquellos
Alfareros que buscaban un barro especial
en
sus alrededores lo encontraron.
Ellos
cocieron y vendieron las lozas que hoy podemos ver en aquellos
edificios antiguos:
Las
canales moriscas, los ladrillos,
las
canales de nuestros tejados,
los
cántaros donde se trasportaba el agua,
las
macetas, los dornillos del gazpacho,
las
orzas donde se guardaba el tocino,
y
aquel lebrillo de lavar los búcaros,
las
bolas con las que tanto jugaban los chiquillos
y
las alcancías para guardar las perrillas que nos daban los Abuelos.
En
este siglo pasado fue Fermín,
el
último Alfarero que aquel barro amasó
y
con quien aquellos hornos ardieron.
Recuerdo
a aquellos vendedores que con sus burros cargados,
iban
de pueblo en pueblo y pregonando decían:
“asercarse
por aquí, que sos traigo el búcaro fresco de los sornos de Fermín”.
¿Y
quien haría ese pozo con su brocal de canto,
y
sus dos hermosas pilas, para beber el ganado.
Pudieron
ser los Fenicios o fueron los Romanos,
los
que en el Chaparral su cantera tenían y su escuela en el Castillo
de
donde tantos buenos canteros salían?
Cuantas
piedras cortaron y de ellas cuantas figuras labraron,
y
aquellos ingenieros cuantos cantos ya labrados
se
llevaban para hacer toda clase de monumentos:
Esos
puentes por los que pasaban sus carretas,
y
hoy después de tantos años pasan los trailers cargados,
y
están como el primer día ¡cuanta carga han soportado!
Ese
acueducto que del Alpizar salía,
con
50000 cantos taladrados y emboquillados,
para
que el agua por su peso a Itálica llegara.
Si
por Tejada pasas, mira la fuente de los frailes,
con
su hermosa piscina toda de cantos adornada.
Donde
de aquella fortaleza, a pasearse y bañarse,
bajaba
aquella hermosa doncella, que Clotilde se llamaba
y
un día aquel emperador romano,
que
de Sevilla a las cacerías venia,
cuando
bañándose estaba,
de
ella se enamoró,
y
casándose con ella, a Roma se la llevó.
Nos
vamos para Pinguete!
Dicen
que fue un cabrero,
que
con su pequeño rebaño al pozo se acercaba,
cuando
escuchó que dentro una chiquilla lloraba,
dando
voces asustado acuden los hortelanos,
los
que a la niña sacaron.
Ella
no dejaba de llorar
y
agarrándose a ellos les decía:
por
Dios sacad también
a
la que encima del agua en sus brazos me ha tenido.
Cuando
al pozo se asomaron,
sólo
vieron un resplandor que en el medio tenia.
Un
bonito Retrato que aquel Cabrero pintó,
en
un ladrillo de barro con un trozo de carbón,
mientras
pastaba el ganado.
Donde
hoy está Paterna,
solo
había un campamento de las fuerza de Tejada,
aquel
Capitán y sus soldados una capilla hicieron.
Fue
un escultor, el que al cabrero el ladrillo pidió
y
en la capilla aquella una imagen pusieron.
De
capitana muchos años la tuvieron y Virtudes le llamaron.
Cuando
Paterna nació,
al
pueblo la donaron
y
todos juntos en procesión la sacaron.
Cuenta
un historiador que debido a aquellas Guerras,
que
en aquellos tiempos tuvieron,
un
soldado la guardó,
y
no dejando nada escrito,
pudo
morir en combate,
y
por mucho que se ha buscado,
no
se ha podido encontrar.
Hoy
después de muchos años,
este
grupo de personas,
al
parecer muy devotas,
han
querido que Paterna tenga de nuevo patrona,
con
su casa Hermandad
y
todos los meses de Agosto,
la
podemos ver tan hermosa reluciendo en su Altar.
CECILIO
VAZQUEZ